BAUTISMO EN AGUA
(Mt. 28:19) Consideremos que antes del bautismo, el Señor Jesús ordena que primero se debe impartir la Doctrina que Él estableció. También Él mismo nos enseña la fórmula para realizar el bautismo:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Es de gran importancia señalar que, bíblicamente, el bautismo es por inmersión: es decir, sumergiendo a la persona dentro del agua (Mt. 3:13-17, Jn. 3:23, Hch. 8:38,39). El bautismo es el complemento de la salvación, y es cumplir con la justicia divina. Mt. 3:15.
BAUTISMO EN ESPIRITU SANTO
(Mt. 3:11). Es San Juan el Bautista, quién habló de este glorioso bautismo y dijo que es nuestro Señor Jesucristo quién lo dá. Y el mismo Señor Jesucristo confirmó esta gran verdad (Jn. 7:37,39).
Las Sagradas Escrituras hacen ver claramente cuál es la función del Espíritu Santo al descender sobre los cristianos: Tomar el lugar de Cristo com Consolador y Guiador de la Iglesia (Jn. 14:16,18; 16:6-15), dar fortaleza en medio de las luchas y aflicciones (Lc. 24:49; 2Ti. 1:7), tomar a su cargo la obra evangelística (Hch. 1:8; Mt. 10:18-20), capacitar a los apóstoles para la escritura del Nuevo Testamento (Jn. 16:12-16; 2 P. 1:20,21), continuar con los milagros y maravillas en la Iglesia (Jn. 14:12, 16-18; Ro. 15:19) y dotar a la Iglesia de los dones necesarios para la edificación. 1 Co. 12:4:13.
También es importante saber que la evidencia inicial del bautizado con Espíritu Santo es hablar en otras lenguas. Hch. 2:4; 10:45,46; 19:6; 1 Co. 14:2.
SANIDAD DIVINA
(Mt. 4:23). Aquí vemos que nuestro Señor Jesucristo al predicar el Evangelio sanaba toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo, y a esto llamamos Sanidad Divina, la salud que viene de Dios.
Esta salud siempre ha estado al alcance del peublo de Dios como se puede ver desde el Antiguo Testamento (Gn. 49:18; Ex. 15:26; Nm. 12:13; Sal. 30:2; 2 R. 20:1-6); y en el Nuevo Testamento Dios sigue sanando y dando la salud a todos los que le buscan, le reciben y le obedecen (Mt. 8:1-17; Jn. 9:1-11), y promete seguir haciéndolo. Mr. 16:17-20; Stgo. 5:14:16.
SANTA CENA
(Mt. 26:26-29). Este acto, el Señor Jesús lo instituyó para que sus discípulos siempre hagamos memoria de Él, en todos sus sufrimientos por nosotros. El pan simboliza su cuerpo bendito, que por amor a nosotros fue maltratado con crueldad, y muerto en la cruz para salvarnos (Is. 53:3-9); y el vino o jugo de uva sin fermentar, simboliza su preciosa sangre, la cual derramó en la cruz para limpiarnos de todo pecado (Jn. 19:16-18,34; 1 Jn. 1:7).
Al celebrar este acto, además de anunciar su muerte hasta que Él venga, también hacemos examen de nuestra conducta, e imploramos perdón por nuestras fallas, y así participamos de estos símbolos sagrados con gran bendición. 1 Co. 11:23-32; 1 Jn. 2:1,2.

SEGUNDA VENIDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
(Jn. 14:2,3). Cristo Jesús nuestro Señor, ya vino una vez a la Tierra cuando nació allá en Betlehem y realizó su obra de Redención; actualmente está a la diestra del Padre intercediendo por su Pueblo (Ro. 8:34). Pero Él prometió venir otra vez; "... vendré otra vez..."; y esta venida será para llevarnos con Él a las mansiones celestiales, donde ya no habrá mas llanto, ni tristeza, ni dolor. Ap. 21:2-7. Allí todo será felicidad. ¡Preparémonos para irnos con Él! (Mt. 24:44-51). Si obedecemos su Doctrina hermosa estaremos preparados para este acontecimiento sublime (2 Co. 5:1-9). Amén.
